jueves, 6 de mayo de 2010

TODOS SON MACIEL


Todos son Maciel









Hoy todos se llenan la boca con el adjetivo lapidario para calificar al fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, a quien no sólo ven a la diestra del mismísimo Satanás, sino califican desde loco, hasta enfermo mental. Hoy, lo políticamente correcto es lapidar a Maciel. También hoy todos o casi todos los que lo conocieron, escupen para arriba. ¿Por qué? Porque el escándalo Maciel va mucho más allá del golpe de pecho fácil. ¿Cuántos de los que hoy lapidan al fundador de la legión —en Roma y en México—, solaparon durante décadas al que hoy no bajan de loco y enfermo mental; cuántos sabían y callaron la triple vida del depredador; cuántos simularon las transas y abusos de Maciel; sea por migajas, dinero, complicidad, posición económica...? ¿Cuántos tasaron su silencio en económico?
Pero hay más. Permanece sin respuesta la pregunta fundamental. ¿Cuántos Marcial Maciel hoy siguen ocultos, como si nada, detrás de una sotana en la Iglesia católica mexicana, en Roma, en el mundo? ¿Cuántos siguen depredando a menores, mujeres, católicos de bien? Se confirma: la política negra —por el color de las sotanas—, es la peor política.

Y cuando preguntamos “¿cuántos?” nos referimos a jerarcas católicos del último medio siglo —papas, cardenales, obispos, nuncios y embajadores de Roma en México—; a presidentes mexicanos, gobernadores y dirigentes de partidos —del PRI, PAN, PRD y de la chiquillería—; jefes de empresas, concesionarios de televisión y radio, periodistas e intelectuales... ¿Cuántos?

Frente a las revelaciones públicas ya aceptadas incluso por Roma, Marcial Maciel es lo peor que se le pueda ocurrir a cada cual. Pero resulta no sólo increíble, sino impensable que alguien se trague el cuento de que es la única manzana podrida; que el resto de la legión permanece saludable y sin la contaminación de uno de los ofensores públicos de la Iglesia más publicitados en su historia.

Hoy no tiene ningún mérito cuestionar al fundador de Legionarios de Cristo, cuando muchos de los que hoy se llenan la boca con adjetivos contra Maciel, ayer lo solaparon, se beneficiaron de sus fabulosos negocios, ocultaron todo lo que sabían e incurrieron en complicidad criminal. Maciel no pagó sus culpas en vida; se fue al infierno creyendo que engañó a todos. Y hoy, en una suerte de lavandería de culpas, todos o casi todos se erigen en jueces contra el depredador. Y tampoco nadie castigará a sus cómplices. ¿Cuántos Maciel se ocultan tras una sotana? Todos son Maciel.
Ricardo Aleman

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